Este patio se encuentra situado en la plaza de la Merced, 3 “Herjiro”
Esta casa tiene dos fachadas, la principal, a la plaza de la Merced, frente a la Diputación y la otra a la calle de Santa Leocadia. La fachada es moderna y lo que más destaca es una portada muy interesante, de estilo barroco, casi neoclásica, con jambas de pilastras y un doble dintel. Sobre el dintel, un frontón partido en dos volutas, en cuyo interior se encuentra un templete, con el escudo de la familia Villegas, que tiene en el centro, una cruz florenzada, envuelta por un encadenado y en el perímetro exterior, una inscripción que dice: VILLEGAS-POR MAS BALER-MORIR O BENCER.
Acompañando a esta magnifica portada, existe una muy buena puerta de grandes dimensiones, de dos hojas, de original carpintería de madera vieja la peinacería, y de madera noble los cuarterones, realizadas por mi padre, el maestro carpintero, Eusebio Meneses, en el siglo XX (años cuarenta). El trazado y las molduras son originales, con hierros de fresa, diseñados y realizados también por él. Las escuadrías se caracterizan, por ser muy gruesas y los clavos son de latón, en forma de estrellas de ocho puntas. La puerta interior, del zaguán al patio, para mi es una joya de la carpintería moderna, por el trazado, el tamaño y el mimo con que fue realizada.
El patio no es de gran calidad. Tiene unas buenas proporciones, pero los pilares que se encontrarían en malas condiciones, se revistieron de ladrillo y fueron enfoscados imitando granito. En uno de estos pilares, en la parte superior, aparece un capitel sencillo de granito, que soporta una zapata y viga de madera, lo que indica que debió ser interesante. En su primera época, recién restaurado, con profusión de plantas, estaba muy aceptable y daba calidad a la casa.
Tiene pozo, oculto en un rincón, a la derecha de la entrada, de agua que mana y que, con un motor, subía el agua a unos depósitos en la terraza, donde estaban también los lavaderos, todo ello, antes de la llegada del agua del Torcón. El aljibe, oculto también en el muro, cerca del portal, tenía una puertecilla de celosía, rodeada de azulejos de arista antiguos. La escalera, en un rincón del patio, es muy cómoda de huellas y tabicas y bien adaptada a la distribución de los pisos y recibe luz cenital, por una claraboya. (Textos: Juan Meneses Revenga)
Este inmueble ha sido restaurado por el Consorcio de la Ciudad de Toledo en el plazo de 3 años, finalizando sus obras en 2012, según se describe a continuación:
Los trabajos comenzaron actuando sobre los elementos del patio. Se picaron los revestimientos, se acondicionó la caja de escalera. Durante la fase de picado en planta baja aparecieron restos de una antigua yesería que decoraría la entrada de un salón.
Se sigue en la restauración de los elementos especiales del patio, el zaguán, y la entrada principal: alfarjes (forjados de madera) de las galerías, las vigas maestras de madera, se descubren las columnas que estaban forradas por fábricas de ladrillo macizo, se restaura la yesería recientemente descubierta, se restaura la portada principal, y la solería y las molduras de escayola del zaguán de entrada. Por último, se interviene la fachada principal y sus cubiertas.
Se decide recuperar el color en la fachada acudiendo a los tradicionales tonos utilizados en el pasado de la ciudad, recogidos en el Plan de Color, si bien se elige en lugar de su tono beige pasar a color azul.
Después de hacer un levantamiento de la fachada, se estudia el despiece de los fingidos de piedra, en el zócalo integrándolo con la piedra real, en los recercados de los huecos, las impostas, y las esquinas. Se eliminan una parte de las instalaciones de la fachada, otras se ocultan bajo una canaleta integrada en el alzado de la fachada a modo de imposta. Se cuidan todos los detalles de la fachada como las rejillas de ventilación, o el trampantojo de la placa que nombra la plaza, ilustrándolo con el escudo de “Los Mercedarios” haciendo un guiño a la toponimia de la ciudad. (Textos: Consorcio de Toledo)
El inmueble en la actualidad está en régimen de alquileres, siendo propiedad de las hermanas Jiménez Rojo, de ahí el anagrama “Herjiro” que reza en una placa, junto a la puerta de entrada.