Este patio se encuentra situado en la calle de San Torcuato, 14
Se dice que la parroquia cuyo nombre lleva esta calle era la más moderna de las mozárabes que hubo en la ciudad desde la época visigoda, así como que fue la primera en quedarse sin feligreses. De la iglesia solo se conserva la portada, que realizó el hijo de El Greco en 1618. Ha sido restaurada recientemente por El Consorcio de Toledo.
Un curioso cartelillo decora una de las paredes del patio jardín de esta vivienda que habla de su patio: “Los toledanos, Tomás Vázquez y Julia Briones, se casaron en 1945. Vivieron de alquiler en Taller del Moro número 7 y allí nacieron sus dos hijas Mari Carmen (Mamen) y Lola… pero siempre estaban pendientes de comprar su casita y aquí encontraron lo que reunía todo lo que necesitaban… y claro, tenía Patio… hicieron obra, ampliando un dormitorio más, con cuarto de baño y terraza encargando la obra a ‘Los Toribios’. Julia es ama de casa, esposa y hermana mayor de nueve hermanas. Se pasa la vida entregada a su familia y su lugar favorito de la casa es el Patio… Tiene una gran pasión por sus tiestos. Pasa horas cuidando y mimando cada una de las plantas que llenan el patio, sobre todo sus geranios, que presumía de tener treinta y tantos colores distintos… nunca compró ninguna planta, las cambiaba con vecinas y amigas”.
El final de esta calle se cruza con la calle de la Mano, calle que lleva dicho nombre relacionado con la trágica leyenda:
La mano ensangrentada “Pedro Suárez, enojado, y harto de la desobediencia de la hija, entró en cólera, y quitándose el recio guantelete abofeteó a su hija y la hizo ver que ni muerto permitiría que su hija desobedeciera su voluntad. Y marchó hacia Aljubarrota, donde ahora se encontraba cabalgando hacia una suerte incierta. Con este recuerdo en mente, y con no poco pesar, comienza a golpear con la espada y tras varios minutos repartiendo estocadas es derribado del caballo por un certero golpe de lanza de un soldado portugués y siente cómo otro le cercena la mano derecha, con otro golpe de espada… En Toledo, la hija de Pedro ya profesaba como monja en el Convento de Santa Isabel. Una mañana, al escuchar unos lamentos en la puerta del Convento, abren la puerta y allí descubren una imagen terrible: un perro trae en la boca una mano ensangrentada. No pudiéndolo evitar, el animal entra en el convento y deja la mano en el patio. La hija de Pedro, aterrorizada, observa cómo en la mano está el anillo que perteneció a su difunto padre, y buscando al animal, descubre a uno de los más fieles perros que acompañó a su padre a la batalla en Portugal”.